¡Uf! Qué emoción planear un viaje a Cuba, ¿verdad? Empacas tus maletas, imaginando el abrazo con tus seres queridos, y guardas con cuidado hasta el último cable en un rincón. Pero... ¿has pensado en lo que la aduana cubana te puede decomisar antes de salir del aeropuerto?
Porque no, no es solo un trámite aburrido ni una fila más. Es una especie de lotería, pero con premio de castigo.
Un sistema que —según dicen ellos— está “regulado”, aunque ya sabemos cómo funcionan las “reglas” en la Isla.
📦 Lo que llevas contigo puede no ser “tuyo”
Según la famosa Resolución 175/2022 (sí, sigue viva en 2025, increíble), los viajeros pueden importar objetos de uso personal. Pero eso... ¿quién lo define? Spoiler: no eres tú.
Si un inspector (con cara de lunes y olfato entrenado para detectar jabones repetidos) sospecha que llevas “de más”, te lo decomisa sin pestañear. Literal.
Esto me recuerda a cuando mi tío, en los noventa, llevó 15 jabones Palmolive. Le dejaron 2. El resto, “donación involuntaria” a la revolución. Bueno, da igual.
🛑 ¿Qué puedes perder en la aduana cubana?
Diez pares de zapatos iguales. ¿Para tus hijos? Pues para la Aduana, eres un comerciante encubierto.
Veinte jabones. ¡Eso suena a bodega ilegal! ¿Genial? Más bien... sospechoso.
Una batidora profesional. ¿Vas a hacer batidos o montar un negocio?
Varios viajes similares. El patrón es tu sentencia.
Y todo esto con esa cara de “esto es por tu bien”, que ya es como marca registrada.
¡Fliparías con lo que han decomisado! Un día quitaron un microondas porque era “demasiado nuevo”. ¿Es en serio?
💣 Castigo sin explicación clara
Una vez que te etiquetan como “importador sin licencia”, el proceso se vuelve más oscuro que un apagón en Marianao.
Te entregan una notificación (sello rojo incluido), te sancionan y te cierran la puerta para futuras importaciones.
Y si insistes... bueno, prepárate para viajar solo con ropa interior y suerte. Porque revisan todo. Hasta los cordones.
🎒 Consejos para proteger tus cosas sin volverte loco
Aquí te dejo algunas ideas para mantener tus pertenencias a salvo y fuera del alcance de cualquier confiscación:
Mezcla productos. No pongas 15 iguales en una maleta.
Separa lo liberado(como medicinas y comida) de lo que sí paga.
Guarda facturas. Las miran, sí. Pero sin eso, estás frito.
Varía en cada viaje. Repetir artículos = te fichan como vendedor clandestino.
¿Y los datos oficiales? Brillan por su ambigüedad. No existe una definición precisa de los límites, y todo se basa en “lo que aparenta ser”. Algo así como jugar ajedrez con un gato: no importa tus movimientos, él siempre gana.
🌧️ Detrás del mostrador: ¿Control o represión?
Mientras la gente hace cola por pan (cuando hay) y se cocina con leña, la prioridad del sistema es frenar que traigas un secador de pelo o cinco pantalones. ¿Prioridades invertidas? Totalmente.
En Cuba, la aduana actúa como otra herramienta de control, una versión moderna (con un toque de tecnología, o “tecnoló”, como diría algún funcionario apurado) para imponer restricciones.
¿Recuerdas el Tamagotchi? Igualito. Si no lo alimentas según sus reglas, se apaga. Así funciona la aduana: si no sigues las reglas, te cancelan el viaje.
Y no es solo lo que te quitan: es lo que no te dejan vivir. El aroma a tierra mojada al dejar el aeropuerto, el abrazo que se corta porque “hay que revisar el equipaje”, la fatiga de sentir que cada viaje es una lucha contra algo que no se ve.
✈️ Reflexión antes de despegar
Entonces... ¿vale la pena? Por supuesto. Cuba siempre tendrá un lugar especial para quienes la queremos de corazón. Hay que aventurarse con los sentidos bien despiertos, la cabeza despejada y una maleta bien pensada.
La aduana cubana no protege al pueblo. Lo exprime. Así que la próxima vez que empaques, recuerda: no solo llevas cosas, también llevas esperanza. Y eso, por suerte, no te lo pueden decomisar.
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Redacción: Cortadito News