💥 El misterio ideológico tras la muerte de Mella: ¿Héroe o amenaza?

Retrato de Julio Antonio Mella junto a Tina Modotti en contexto revolucionario
Julio Antonio Mella


¿Quién mató a Mella? Un crimen con más preguntas que certezas. En la noche de un jueves cualquiera de 1929, la ciudad de México respiraba una humedad densa, como esa que deja el olor a lluvia pegado en la piel. La muerte de Mella, una figura explosiva del comunismo cubano, sigue siendo hasta hoy un rompecabezas tan ideológico como político. ¿Quién fue el autor intelectual? ¿Machado? ¿Stalin? ¿O los celos disfrazados de revolución?

Dos jóvenes de belleza provocadora —una fotógrafa de mirada magnética y un revolucionario con alma de volcán— caminaban juntos por una calle donde el futuro decidió detenerse. Mella, con apenas 25 años (aunque ya cargaba como un viejo con las heridas del mundo), y Tina, que tenía amantes y secretos, acababan de vivir cuatro meses de pasión que harían sonrojar a un cura. El disparo llegó sin poesía. Uno entró por el codo, el otro, directo al pulmón. Tina gritó. Él sangró. Ambos sabían que nada volvería a ser igual.

¿Casualidad? Más bien... una trampa anunciada.

El círculo rojo: pasiones, política y pólvora

Mientras la ambulancia zigzagueaba por las calles como si pudiera burlar al destino, Tina apretaba la cámara con rabia. La misma que más tarde usaría para retratar el rostro hermoso de un hombre que ya no respiraba. En el hospital, la muerte de Mella no fue rápida... pero sí definitiva.

Aquí todo se complica. El régimen de Machado lo negó todo. La oposición, por su parte, encontró comunistas hasta debajo de las piedras. ¿Quién dispara cuando todos tienen un dedo en el gatillo?

Esto me recuerda a cuando mi abuelo hablaba del zafarrancho de los años 30... bueno, da igual.

¿Nombre falso, destino real?

Julio Antonio Mella, nacido como Nicanor Mc Partland (sí, suena a whisky barato), no era un hombre cualquiera. Su madre, su abuelo —héroe dominicano—, y sus propias decisiones, lo empujaron hacia el comunismo con 17 años. Intentó unirse al ejército de EE.UU. (¡flipante!), pero lo botaron. Luego en México, la ley lo frenó. Al final, abrazó la ideología roja como quien se aferra a una tabla en alta mar.

¿Revolucionario? Claro. ¿Perfecto? Ni cerca.

A los 22, terminó en prisión por unas bombas en el teatro Payret. Se comió una huelga de hambre. ¿Resultado? El Partido Comunista lo expulsó. Demasiado burgués, dijeron. Demasiado libre, pensaba él. Un typo en su historia: lo tacharon de oportunista por no seguir el guión. ¡Uf!

Las sombras detrás de la muerte de Mella

Una bala puede ser política. Y también personal. Dicen que su carisma irritaba. Que su belleza confundía. Que su inteligencia molestaba más que un mosquito a medianoche. Algunos lo querían muerto por comunista. Otros, por brillar demasiado. La muerte de Mella, según algunos, fue menos ideológica de lo que muchos creen.

Como el Tamagotchi, Mella fue una moda intensa, incomprendida y, para algunos, prescindible. Pero dejó huella.

¿Un legado incómodo?

Una mujer, amiga de la autora (aunque no precisamente fan del comunismo), lo definió mejor que todos: “El legado de Mella no está en las aulas ni en los discursos. Está en una celda. O en el exilio. O quizás en la envidia que aún despierta su nombre”.

¿Genial? Más bien... un tipo demasiado humano

📌 Otras curiosidades cubanas que podrían interesarte:

 Historia de La Cotorra: El Agua Mineral que Marcó Época en Cuba

-  La Capilla de Caracoles: El Tesoro Escondido de La Habana

- La Historia del Morro que Nunca te Contaron: El Gigante de La Habana

Con Información de: El Nuevo Conservado

Redacción: Cortadito News

Publicar un comentario

Gracias por tu visita. Déjanos tu comentario, sugerencia o pregunta. ¡Tu opinión es muy importante para nosotros!