En Moa, Holguín, la contaminación ambiental ha estallado como un problema imposible de ignorar, y el régimen cubano —con su típica opacidad— apenas balbucea excusas. La polvareda tóxica que cubre el municipio no es solo un fallo técnico; es un símbolo del abandono al que somete la dictadura a su pueblo. ¿Solución? Parece que prefieren tapar el sol con un dedo.
Un Desastre Anunciado en la Planta de Níquel
El pasado 7 de julio, una supuesta parada técnica en la planta Comandante Ernesto Che Guevara (qué ironía nombrarla así) desató el caos. Los electrofiltros, esos aparatos que deberían mantener el aire respirable, fallaron estrepitosamente. Resultado: nubes de polvo en suspensión que superaron todos los límites legales. Aunque el Ministerio de Energía y Minas asegura que fue algo “controlado”, los vecinos de Moa saben que eso es puro cuento. La contaminación en Moa no es un accidente; es una rutina.
La dictadura, con su descaro habitual, dice que todo está bajo control. Repararon los filtros, instalaron estaciones de monitoreo y hasta hablan de reforestación como si plantar árboles borrara el daño. Pero, ¿quién les cree? Los datos médicos independientes brillan por su ausencia, y el control estatal sobre la información es tan asfixiante como el polvo mismo.
La Salud de Moa en Juego
Los habitantes de Moa, atrapados bajo el yugo de una industria niquelífera que sostiene al régimen, temen por su salud. Reportes locales —silenciados por el Partido Comunista— hablan de molestias respiratorias y alergias. Sin embargo, el primer secretario de Holguín, Joel Queipo Ruiz, insiste en que no hay nada de qué preocuparse. Qué casualidad: en un país donde la verdad se censura, las estadísticas siempre son impecables. ¡Uf! Es como creer que un Tamagotchi sigue vivo después de años sin alimentarlo.
¿Minería Sostenible o Propaganda?
El régimen alardea de cumplir con la Ley No. 150 de Recursos Naturales y de colaborar con Canadá en tecnologías limpias. Pero en Moa, el aire huele a mentira (y a algo metálico, como lluvia sobre óxido). Los filtros de manga y las promesas de sostenibilidad suenan bien en el papel, pero la realidad es otra. La dictadura cubana, aferrada al poder, sacrifica la salud de su pueblo por mantener su maquinaria económica.
Esto me recuerda a cuando, bueno, da igual. Lo importante es que la gente de Moa no se queda callada. A pesar del miedo, alzan la voz en redes sociales, exigiendo transparencia. ¿Genial? Más bien... cuestionable que tengan que arriesgarse tanto para ser escuchados.
Un Grito por la Verdad
La contaminación en Moa no es solo un problema ambiental; es una radiografía de la dictadura cubana. Mientras el gobierno habla de “mejoras continuas”, los ciudadanos respiran veneno. La falta de información oportuna, la censura y la indiferencia son tan tóxicas como el polvo que cubre el municipio.
¿Qué Sigue para Moa?
La población merece acciones concretas, no discursos vacíos. Monitoreo independiente del aire, acceso a datos médicos reales y una industria que no envenene a sus vecinos. Pero bajo el régimen cubano, eso suena a utopía. La lucha por un Moa más limpio es también una lucha por la libertad, porque solo derribando la dictadura se podrá respirar aire puro —en todos los sentidos.
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Con información de: CubitaNow
Redacción: Cortadito News