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La Habana se queda a pie: El drama diario de una ciudad sin Gacelas

Microbús Gacela varado en una calle habanera durante la crisis de transporte por falta de combustible.


Cuando el combustible se esfuma y los sueños de llegar a tiempo también

Anoche, mientras esperaba el último café de la jornada, escuché a Manolo, el vecino del quinto, quejarse de que llevaba tres horas intentando volver a casa desde el trabajo. "¡Ni una gacela, chico! ¡Ni una!" repetía mientras movía las manos como si espantara mosquitos invisibles. Y no es para menos. La realidad nos ha golpeado como un puñetazo sin aviso: las famosas "Gacelas", esos microbuses que son el alma del movimiento habanero, se han esfumado de nuestras calles.


El día que La Habana amaneció sin sus bestias amarillas

Lo confirmó un post en Facebook Reporte de Rutas en Tiempo Real en un comunicado que me dejó con el café frío entre las manos. Las unidades no pueden abastecerse de combustible y la mayoría de estos vehículos están varados como barcos en dique seco. "Actualmente, ninguna está en funcionamiento normal," escribieron con ese tono institucional que intenta suavizar lo evidente. Me recordó aquellos anuncios del '94, cuando mi viejo decía "esto es temporal" mientras pasábamos tres meses a oscuras.




La noticia cayó como un chaparrón en plena boda. En mi grupo de WhatsApp, Yanelis comentó que tuvo que gastar tres días de salario en un taxi para llegar a su turno en el hospital. Miguel ni siquiera pudo presentarse a su examen en la universidad. Y Dayán, que vive en La Lisa, prácticamente se ha mudado al sofá de un primo en Centro Habana para no perder su trabajo.


"Sabemos lo importante que es este servicio" 


dice el mensaje oficial. ¡Vaya si lo saben! Pero saber no mueve microbuses ni alimenta motores sedientos de un combustible que brilla por su ausencia.


Entre promesas oficiales y la cruda realidad de las paradas vacías

La flota habanera presume —o presumía— de 435 Gazelles repartidas en 23 rutas. Impresionante en el papel, ¿verdad? Pues olvídenlo. Menos de 200 respiran y, si me apuran, probablemente ni la mitad de esas están realmente funcionando. ¿El resultado? Más del 60% de la capacidad total evaporada como una gota de agua en asfalto caliente.


Me viene a la cabeza aquella tarde de diciembre, cuando escuché al tipo del Ministerio de Transporte en Radio Reloj advertir sobre "la insuficiencia del diésel". Decía, con esa voz de quien anuncia que mañana tal vez llueva, que los 9,800 litros diarios no daban para cubrir rutas de 26 kilómetros. ¿Y ahora qué? ¿Nos movemos por telepatía?


Cuando el problema va más allá de echar gasolina

No es solo el combustible, aunque ese sea el tiro de gracia. Es como esa vieja licuadora de mi abuela que antes de morir definitivamente ya daba señales por todos lados:


Las piezas de repuesto son como unicornios en La Habana: todos hablan de ellas, pero nadie las ha visto realmente.


Las fallas técnicas se multiplican como las cucarachas después de la lluvia.


Y ni hablemos de las indisciplinas. Ayer vi cómo un grupo se colaba por la puerta trasera de una de las pocas gacelas operativas mientras la señora de la caja de los mandados casi se queda fuera.


De esas 23 rutas, 14 son un verdadero viacrucis. Si viajas en la 17, la 6 o la 9, más te vale confesarte antes, porque esos baches parecen cráteres lunares. Y en la 13, 20 o la 4, mejor ve preparando tu mejor cara de poker para cuando empiece el inevitable teatro de empujones y reclamaciones.

Un vistazo al espejo retrovisor de esta crisis

Recuerdo cuando mi padre bromeaba diciendo que en Cuba no necesitábamos telenovelas porque el transporte público nos daba drama suficiente. Lo que antes era chiste, hoy es tragedia cotidiana.


Esta mañana, mientras intentaba llegar a la redacción, conté siete paradas consecutivas repletas de gente con esa mirada de quien ya sabe que llegará tarde pero igual espera un milagro. Me recordó aquellas fotos en sepia de mi abuelo haciendo cola para el pan, mismo gesto, diferente época.


"Estamos trabajando para resolver la situación lo antes posible,"


 dice el comunicado oficial. Mientras tanto, Roberto, que vende café en la esquina de mi casa, ha improvisado un sistema de transporte alternativo: cinco pesos y te lleva en su bicicleta hasta la avenida principal. La innovación cubana en su máxima expresión.


No sé ustedes, pero yo ya empecé a engrasar mi vieja bicicleta china. En tiempos donde las gacelas se extinguen, toca recordar que antes de que existieran los motores, nos movíamos con el poder de nuestras propias piernas. La diferencia es que antes era opción; hoy es necesidad.


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Redacción: Cortadito News

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