¡Qué locura lo de Cuba! Llevo toda la mañana pegado a las noticias y no doy crédito. Imagínense vivir con 12 horas sin luz en pleno verano caribeño... Mi tío Roberto, que vive en Holguín, me contó por WhatsApp que llevan dos días completos jugando a las cartas a la luz de las velas. "Esto es como volver al siglo XIX", me dijo entre risas nerviosas.
El sistema eléctrico cubano en jaque: colapso sin precedentes
La cosa está que arde (irónicamente, sin electricidad). La dichosa Unión Eléctrica cubana reconoció ayer que la mitad del país quedará a oscuras durante las horas pico. ¿Y saben qué es lo peor? Que no tienen forma de arreglarlo a corto plazo.
Miren, yo estuve en Cuba hace tres veranos para la boda de mi prima Yolanda con un cubano de Camagüey, y ya entonces los apagones eran el pan de cada día. Pero esto que está pasando ahora es otro nivel. La gente sale a los balcones a tomar aire porque dentro de las casas el calor es insoportable sin ventiladores ni aires acondicionados.
Números que asustan: déficit energético en cifras reales
Vamos con los datos duros (que me encantan los números, qué le vamos a hacer). La UNE dice que solo pueden generar unos 1.769 megavatios, pero necesitan mínimo 3.400 MW para cubrir la demanda básica. Eso significa un déficit brutal de más de 1.600 MW.
Para que nos entendamos: imaginen que tienen una casa donde necesitan 10 bombillas encendidas, pero solo tienen corriente para 5. Ahora multipliquen eso por todo un país. ¡Una verdadera pesadilla!
Siete centrales fuera de servicio: infraestructura al límite
De las veinte unidades de generación que tiene Cuba, siete están completamente KO. Algunas de estas centrales son más viejas que mi colección de vinilos de los 80, y eso ya es decir mucho. Mi amigo Carlos, ingeniero eléctrico que trabajó en la central de Nuevitas, siempre dice que es un milagro que esas máquinas sigan funcionando. "Las mantienen con chicle y alambre", me contaba entre cervezas.
La crisis energética y su impacto en el día a día cubano
¿Se imaginan abrir la nevera con miedo porque saben que la comida puede estar echada a perder? ¿O tener que programar cuándo bañarse según los horarios de electricidad? Esto es la realidad cotidiana en Cuba ahora mismo.
Mi vecina Marta, que acaba de regresar de visitar a su familia en Santa Clara, me contó que la gente se organiza por cuadras para compartir recursos. "En casa de mi hermana conectaron una batería vieja de carro a un pequeño ventilador y se turnaban para usarlo entre tres familias". Esta solidaridad vecinal es lo único que hace la situación medianamente llevadera.
La vida sin refrigeración: economía doméstica en peligro
Con temperaturas que rondan los 30 grados, no tener refrigeración es un desastre para la economía familiar. La carne, el pescado, los lácteos... todo se echa a perder en cuestión de horas. Y en un país donde conseguir alimentos ya es una odisea diaria, perder lo poco que tienes por falta de electricidad es devastador.
Me acuerdo cuando era niño y se iba la luz en mi pueblo durante las tormentas. Era una aventura de unas horas. Pero vivir así día tras día, semana tras semana... no puedo ni imaginarlo.
El debate sobre las causas: ¿sanciones o gestión deficiente?
Como siempre en temas de Cuba, hay división de opiniones. El gobierno culpa al bloqueo estadounidense por la dificultad para conseguir combustible y repuestos. Pero varios expertos que he consultado para este artículo (incluido mi cuñado, que trabajó en proyectos energéticos internacionales) señalan que hay problemas profundos de gestión y planificación.
La verdad probablemente esté en medio. Las sanciones complican todo, pero décadas sin inversiones adecuadas en infraestructura han dejado un sistema eléctrico que se cae a pedazos.
La inversión necesaria: cifras astronómicas para un país en crisis
Lo que está claro es que modernizar la red eléctrica cubana costaría entre 8.000 y 10.000 millones de dólares. Para ponerlo en perspectiva, es más o menos lo que me costaría comprarme 20.000 apartamentos como el mío en Madrid (y sigo pagando la hipoteca, por cierto).
En fin, mientras los políticos debaten y los técnicos hacen malabares para mantener funcionando un sistema obsoleto, son los cubanos de a pie quienes sufren las consecuencias. Y por lo que me cuenta mi familia allá, no parece que la situación vaya a mejorar pronto.
Ojalá encuentren soluciones, porque como decía mi abuela, "sin luz no hay alegría". Y si algo caracteriza a Cuba es precisamente su alegría... incluso en los momentos más oscuros.
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Redacción: Cortadito News
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