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Torrejas en Almíbar: Mi Romance Personal con este Dulce Cubano(Receta Auténtica)

Torrejas cubanas doradas y bañadas en almíbar, servidas en un plato con canela espolvoreada.
Torrejas cubanas: un dulce viaje al pasado.


Volviendo a mi infancia con cada bocado azucarado

Anoche estaba mirando fotos viejas (esas que guardo en cajas de zapatos, no soy muy fan de lo digital para los recuerdos) y me topé con una de mi abuela Eloina preparando torrejas. ¡Dios mío! Se me hizo agua la boca al instante y no pude resistirme a entrar a la cocina a la 1 AM para intentar recrearlas. Spoiler: fracasé estrepitosamente porque no tenía vino seco, pero igual me inspiró para compartirles esta joya culinaria.

El viaje inesperado de un postre que cruzó el charco

Las torrejas son como esos primos lejanos que vienen de visita y terminan quedándose pa' siempre. Lo que en España empezó como torrijas de Semana Santa (o tostadas francesas, según por dónde lo mires), en Cuba se transformó en algo nuestro, tan cubano como El Malecón o un buen cafecito.

En España se han puesto fancy con sus panes artesanales y sus licores caros... mientras tanto nosotros en Cuba seguimos fieles a la receta de la abuela que nunca falla. Pa' qué complicar lo que ya funciona, ¿verdad?

La receta que me enseñó mi abuela (con mis toques personales)

A ver, yo soy de los que cocina "al ojo", como decía mi abuela, así que disculpen si les digo "un chorro de esto" o "una pizca de aquello". Intentaré ser específica para los que son más de seguir instrucciones al pie de la letra (mi hermana Daniela me está mirando, lo sé).

Lo que vas a necesitar:

1 libra de pan del día anterior (si está un poco duro, MEJOR)

1 lata de leche condensada (yo siempre le robo una cucharada pa' probar, no me juzguen)

½ taza de leche fresca (si es del campo, gloria bendita)

12 cucharadas de vino seco (yo le echo "a ojo" hasta que huele rico)

2 yemas de huevo (las claras guárdalas pa' merengue u otra cosa)

1 taza de aceite vegetal (o lo que necesites pa' freír, depende del sartén)

Un pellizquito de sal (como ¼ de cucharadita, pa' contrastar el dulce)

½ cucharadita de vainilla (la importada huele diferente, pero cualquiera sirve)

1 taza de almíbar (yo lo hago más generoso, amo cuando quedan bien empapadas)

3 huevos enteros pa' batir

Canela al gusto (casi se me olvida, típico de mí)

Manos a la obra (o mejor dicho, a la masa):

Mezcla la leche condensada con la fresca en un recipiente grandecito. Échale el vino seco (yo a veces le pongo un poquito más si estoy cocinando viernes por la noche 😉), las yemas, sal, canela y vainilla. Revuelve bien hasta que todo se integre.

Corta el pan en rebanadas gorditas - ni muy flacas que se rompen, ni muy gruesas que no se empapan bien. Una vez casi usé pan integral y mi abuela casi me deshereada, así que NO EXPERIMENTEN con eso.

Ahora viene lo bueno... sumerge las rebanadas en la mezcla como por 3 minutos. Aquí no hay tiempo exacto: si el pan está muy duro, déjalo más; si está fresquito, con menos tiempo. Es cuestión de feeling.

Escúrrelas bien pero sin exprimir... la primera vez que las hice sola quedaron chorreando y el aceite saltó tanto que tuve quemaduras de guerra. No repitan mis errores.

Pásalas por huevo batido - asegúrate que queden bien cubiertas, no seas tacaño/a con el huevo.

Fríelas en aceite bien caliente. Y cuando digo bien caliente es que si le tiras una gotita de agua debe saltar. A fuego medio-alto hasta que doren. La primera siempre me sale quemada, es como una ofrenda a los dioses de la cocina.

Ponlas sobre papel toalla o periódico (si, periódico como hacía mi abuela, aunque mi esposo insiste que es antihigiénico). Mi truco: no las apiles mientras están calientes o se volverán una masa pegajosa.

Cuando estén tibias - NO frías del todo, pero tampoco hirviendo - báñalas con almíbar. Yo les pongo bastante porque me gusta que queden bien empapadas.

El otro día las preparé para una cena con amigos y mi compadre Pedro, que siempre dice odiar los dulces, se comió tres seguidas. ¡TRES! Luego me dijo al oído: "no le digas a María que me repetí, ella piensa que estoy a dieta". Secretos que me llevaré a la tumba.

Ahora les confieso algo... hace años que prometí no volver a Cuba por temas personales que algún día les contaré, pero estas torrejas son mi manera de seguir conectada con mi tierra. La cocina a veces es el único puente que nos queda con nuestras raíces, ¿no creen?

¡Díganme si se animan a hacerlas y cómo les quedó! Y si tienen algún truquito secreto para las torrejas, compártanlo... entre cocineros no nos guardamos secretos (bueno, casi siempre jaja).

PUEDES LEER TAMBIEN: Arroz Imperial: El Plato Que Nunca Falta en Cuba. Receta Auténtica  🍚

Redacción: Cortadito News

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