Las autoridades cubanas enfrentan crecientes llamados a esclarecer el asesinato de Jimmy Castillo Veranes, ocurrido en Guantánamo el pasado 26 de diciembre. Su familia, desesperanzada, denuncia la ausencia total de comunicación por parte del Ministerio del Interior (MININT)—como si el caso se hubiera evaporado sin dejar rastro.
Thalia Beatriz, hermana del fallecido, aseguró que nadie ha contactado a la familia desde el suceso. Ni una llamada, ni una actualización, ni siquiera una promesa genérica de “investigar”. Y eso, francamente, no es indiferencia: es abandono institucional.
Jimmy no era solo un nombre en un informe policial. Era un hombre con una esposa embarazada—pronto a dar a luz a un niño que nunca conocerá a su padre—, una madre rota por el dolor y hermanos que cargan con una pregunta sin respuesta: ¿por qué? La justicia por el asesinato de Jimmy Castillo se ha convertido en un eco que se pierde en los pasillos del poder. ¿Genial? Más bien… cuestionable.
Mientras tanto, la investigación—presuntamente en curso—se mantiene en un limbo burocrático que ignora el clamor ciudadano. No hay detenidos, no hay pistas públicas y, lo más grave, no hay reconocimiento oficial del caso más allá de rumores en redes sociales. Esto me recuerda a cuando un vecino desapareció hace años… bueno, da igual. El punto es que la impunidad no puede normalizarse.
Es fundamental destacar que, según protocolos reconocidos, la primera semana tras un crimen es crítica. Por eso, la rápida actuación policial y la colaboración ciudadana suelen ser determinantes. ¿Dónde está esa urgencia en Guantánamo? ¡Uf!
Fuentes cercanas a la familia indican que varios testigos presenciales del hecho aún no han sido entrevistados por la Policía Nacional Revolucionaria. Esto plantea serias dudas sobre la seriedad de la investigación en curso. Las autoridades del MININT deben priorizar este caso y ofrecer, al menos, un informe preliminar a los familiares—derecho básico en cualquier sistema democrático.
Además, se recuerda a la ciudadanía que la denuncia ciudadana es clave para resolver crímenes violentos. Cualquier persona que haya visto algo sospechoso en la zona de los hechos el 26 de diciembre debe reportarlo de inmediato. Aunque, claro, si nadie escucha… ¿para qué hablar?
La justicia por el asesinato de Jimmy Castillo sigue siendo una promesa incumplida. Su familia no pide milagros: solo respuestas. Solo que se reconozca su dolor, que se investigue con rigor y que no se archive su caso como si fuera papel viejo.
Mientras el tiempo pasa, el dolor se endurece. Y el olor a lluvia en Guantánamo—tan habitual en diciembre—ya no trae frescura, sino nostalgia por un hombre que ya no volverá.
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