En medio de una crisis energética que ya tiene a la isla contando horas de luz como quien cuenta monedas, Estados Unidos ha dado un paso que podría empeorar las cosas: la incautación de un petrolero que transportaba crudo venezolano con destino a Cuba. La medida, enmarcada en nuevas sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro, amenaza directamente el frágil suministro de petróleo en Cuba, del que dependen hospitales, fábricas y, sobre todo, la maltrecha red eléctrica nacional.
Nadie esperaba que un buque detenido en alta mar sacudiera tanto el suelo en La Habana.
Según datos de seguimiento marítimo y documentos internos de PDVSA, entre enero y noviembre Venezuela envió a la isla unos 27.000 barriles diarios de combustible —menos que los 32.000 del año anterior—. Esa cifra, aunque modesta, representa casi una cuarta parte del consumo total de la nación. Y sin ella, el sistema colapsa. ¿Buena noticia? Más bien… preocupante.
Una red de suministro hecha de improvisación y riesgo
Durante años, Cuba ha sorteado el embargo estadounidense con una logística casi artesanal: grandes petroleros recogen crudo en puertos venezolanos, hacen una breve escala en el Caribe —a menudo cerca de Curazao— y transfieren parte de su carga a buques más pequeños que sí pueden arribar a la isla sin levantar tantas alarmas.
¡Uf! Hasta el combustible llega con miedo a ser visto.
Pero esa cadena, ya precaria, se tambalea. Desde que Washington anunció nuevas sanciones a seis embarcaciones esta semana —y adelantó más interceptaciones en las próximas—, armadores y operadores navieros dudan en zarpar. “Ahora que México envía menos petróleo y el suministro ruso en grandes cantidades no se ha materializado, simplemente no veo otras alternativas”, declaró Jorge Piñón, experto en energía cubana de la Universidad de Texas. Esto me recuerda a cuando en los 90 usábamos el Tamagotchi para entender qué era depender de algo invisible… bueno, da igual.
Entre la denuncia diplomática y la transición energética
El presidente Miguel Díaz-Canel no tardó en reaccionar. En un mensaje publicado en X, calificó la incautación como “un acto de piratería” y condenó lo que llamó “una escalada de agresión contra ese hermano país”. Mientras tanto, en el plano interno, el gobierno acelera la construcción de parques solares.
Pero el olor a lluvia no enciende turbinas.
Aunque la apuesta por las renovables avanza, las termoeléctricas —viejas, ineficientes, pero aún vitales— seguirán requiriendo fuel. Y sin el suministro de petróleo en Cuba, ni los paneles ni los discursos evitarán que los apagones se vuelvan más largos, más frecuentes, más insoportables.
¿Hacia un nuevo umbral de escasez?
La acción estadounidense no apunta solo a Venezuela: tiene eco directo en cada hogar cubano que enciende una vela al caer la noche. Si la incautación del Skipper se convierte en precedente —y todo indica que así será—, el flujo de combustible podría reducirse a un hilo.
Y en una isla que ya vive al límite, un hilo no basta.
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Fuente: Reuters
Redacción: Cortadito News
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