En medio de una intensificación de controles marítimos, Estados Unidos interceptó y confiscó un segundo buque sancionado en aguas cercanas a Venezuela—una medida que refuerza su política de presión económica contra el régimen de Nicolás Maduro (aunque, claro, nadie esperaba menos de Washington estos días). La operación, ejecutada por la Guardia Costera estadounidense, forma parte de una campaña más amplia para hacer cumplir sanciones internacionales y frenar el tráfico de petróleo sancionado en el Caribe.
¡Uf! La noticia, confirmada por funcionarios norteamericanos a Reuters, no detalla la identidad exacta de la embarcación ni el paradero de su tripulación, pero sí subraya que el buque ya figuraba en listas de sanciones. Esto no es un “error de navegación”, sino una acción deliberada y protocolizada.
Desde hace meses, EE.UU. ha reforzado su presencia naval en la región, con el objetivo explícito de obstaculizar las operaciones de una llamada “flota en la sombra”: una red de buques petroleros antiguos, muchos de ellos también vinculados al transporte de crudo sancionado desde Irán y Rusia. Según datos de TankerTrackers.com, unos 80 barcos surcan aguas venezolanas actualmente, y más de 30 de ellos están bajo sanciones estadounidenses.
¿Genial? Más bien... cuestionable, si pensamos en cómo esto paraliza la logística portuaria local. El jueves 11 de diciembre, alrededor de una docena de buques petroleros esperaban sin atracar en el principal puerto del país—una imagen inusual, pues normalmente operan al menos diez simultáneamente. El temor a nuevas incautaciones ha provocado que empleados portuarios falten a sus puestos o reporten enfermedades, según un funcionario local.
Para el régimen de Maduro, el petróleo es casi todo: representa más del 90 % de los ingresos por exportaciones. Pero ahora, acosado por las sanciones, se ve obligado a vender su crudo a precios muy por debajo del mercado a los pocos compradores que le quedan—principalmente China—y a utilizar una porción creciente de sus ya menguadas reservas internacionales para contener la inflación.
Esto me recuerda a cuando las colas para el pan duraban horas… bueno, da igual. Lo cierto es que, según el economista venezolano Francisco Rodríguez, de la Universidad de Denver, si EE.UU. logra incautar un buque petrolero al mes, el país caería en una nueva recesión masiva. “Si provocas una caída masiva de los ingresos petroleros, eso va a causar otra recesión masiva”, advirtió.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, informó que el primer buque confiscado—el Skipper—ya había sido sancionado por transportar petróleo iraní, y que fue trasladado a un puerto estadounidense tras una orden judicial. Los investigadores interrogan a la tripulación, y tras el proceso legal, EE.UU. tomará posesión de los 1,85 millones de barriles de crudo a bordo.
Cabe destacar que, aunque poco frecuentes, estas incautaciones en aguas internacionales tienen precedentes: en 2020, la administración Trump confiscó cuatro embarcaciones iraníes con aprobación judicial.
Al final, todo esto huele más a tensión geopolítica que a mar salado… o al menos eso sienten quienes aún perciben el olor a lluvia antes de que estalle una tormenta diplomática.
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Fuente: Reuters
Redacción: Cortadito News
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