Uno de los episodios más inquietantes —y tristes— de las últimas semanas tuvo lugar en pleno corazón de la capital cubana, cuando un féretro con un cuerpo humano se desprendió de un vehículo fúnebre en movimiento, en medio de una avenida transitada, según publicacion el el perfil de facebook de La Tijera News ¿El motivo? La combinación letal de infraestructura deteriorada, falta de mantenimiento y, sobre todo, una crisis en los servicios funerarios que parece no tener techo. Esto no es un caso aislado, ni mucho menos.
Sucedió en la avenida Carlos III.
Las imágenes del incidente, compartidas por el usuario Lázaro González en redes sociales, muestran cómo el féretro —mal asegurado, al parecer— se deslizó desde la parte trasera del carro y golpeó el pavimento frente al semáforo de Belascoaín. Los transeúntes, en shock, intentaron detener al conductor, que continuaba su ruta ajeno a lo ocurrido. Solo tras los gritos de ciudadanos que recogían escombros del derrumbe del ISDI lograron que el vehículo diera marcha atrás. ¡Uf! Cuesta creer que algo así pase en pleno siglo XXI.
¿Genial? Más bien... cuestionable.
Según testigos, el cuerpo quedó parcialmente expuesto tras el impacto. Sin embargo, por respeto a la familia y a la integridad del fallecido, los presentes cubrieron rápidamente el féretro con una sábana que alguien del entorno cercano llevaba consigo. La intervención ciudadana —una vez más— suplió la inacción institucional en un momento de extrema vulnerabilidad. Esta situación crítica en los servicios funerarios refleja un deterioro progresivo que afecta incluso los ritos más básicos de duelo y respeto post mortem.
Esto me recuerda a cuando en mi barrio, hace años, el carro de la basura se desarmaba cada dos cuadras… bueno, da igual.
Las autoridades del MININT fueron notificadas de inmediato. Hasta el momento, no se ha emitido un comunicado oficial, pero fuentes cercanas al caso indican que se abrió una investigación para determinar las responsabilidades del conductor y de la empresa funeraria involucrada. Cabe destacar que el uso de vehículos en mal estado para traslados de este tipo ha sido denunciado en múltiples ocasiones por ciudadanos en distintas provincias.
El suceso subraya, una vez más, la urgencia de invertir en el sistema funerario cubano, donde los recursos —tanto humanos como técnicos— están al límite. Y no, no se trata de exagerar: cuando un féretro cae en plena calle como si fuera un saco de yuca, algo está muy mal.
¿Hasta cuándo seguiremos normalizando esto?
La crisis en los servicios funerarios no solo afecta la logística, sino también la dignidad humana. Familias ya golpeadas por la pérdida de un ser querido deben enfrentar situaciones traumáticas adicionales, muchas veces evitables con mínimos estándares de operación. En este contexto, la denuncia ciudadana y la rápida reacción de transeúntes cobran un valor inmenso —y deberían ser el estándar, no la excepción.
Al cierre de esta nota, el cuerpo fue reintegrado al vehículo y el sepelio continuó bajo estricto protocolo. Aún se desconoce si habrá sanciones administrativas o cambios operativos en la empresa responsable. Lo que sí es claro es que hechos como este no pueden repetirse sin consecuencias.
A veces, el olor a lluvia en La Habana trae recuerdos… pero también realidades duras, como las de un sistema que se deshace como un Tamagotchi olvidado en el 98.
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Redacción: Cortadito News
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