Un viaje del cemento... y del descaro
Imagina que en una isla donde conseguir cemento es casi tan difícil como encontrar una vacuna efectiva contra la burocracia, alguien logra importar toneladas del material directamente desde Estados Unidos. No cualquier "alguien": estamos hablando de Lisa Titolo, nieta del exmandamás Raúl Castro. Así, sin mucha bulla, pero con toda una red bien aceitá’.
Una investigación reciente, publicada por CubaNet, reveló lo que muchos intuían, pero pocos podían probar: mientras a ti te niegan un saco de cemento en la tienda, a ciertas élites se les abre una alfombra gris de concreto que va desde el norte hasta sus negocios en La Habana.
Cemento made in USA... ¿para quién?
En el año 2023, aproximadamente 35 toneladas métricas de cemento cruzaron el estrecho de la Florida para acabar en suelo cubano. Unos 5,870 dólares en mercancía que, oficialmente, eran para obras públicas. Pero, tras bastidores, los beneficiarios fueron... microempresas vinculadas directamente a la familia Castro. Casual, ¿no?
Los envíos llegaron entre febrero y marzo a la Zona Especial de Desarrollo Mariel, más específicamente a su Terminal de Contenedores. Los nombres que aparecen como receptores son Antonio D. Chang (Empresa Puerto Carena) y María de la Caridad Sánchez (Empresa Provincial de la Construcción). Pero ojo, esto solo es fachada.
El truco detrás del cemento: malabares financieros
¿Y Lisa Titolo? Bien, gracias
No aparece en los papeles. Ni una mención. Porque el truco está en delegar. Según fuentes internas, la maniobra para burlar las sanciones de EE.UU. consistía en usar intermediarios personales para recibir la carga. Como quien dice: tú me lo mandas, él lo recoge, y yo lo uso. Así, el régimen se lava las manos y el embargo queda como un papel mojado.
Tamara Fundora, exfuncionaria del Gobierno de La Habana, lo explicó sin rodeos: “No se puede hacer la transacción directamente al gobierno o a alguien con lazos OFAC. Por eso se usa a alguien en EE.UU., que actúa como civil. Es la única forma de que ese dinero circule sin levantar alarmas”.
¿Dónde terminó el cemento?
Ahí es donde la historia se pone aún más pintoresca. El cemento no se usó para una escuela, un hospital o reparar un barrio vulnerable. No. Se destinó a remodelar al menos dos viviendas en Siboney (sí, ese barrio exclusivo), además de locales comerciales como el de la microempresa Gaia, propiedad de la mismísima Lisa Titolo Castro.
¿Te suena Gaia? Es un supuesto emprendimiento dentro del programa de “Proyectos de Desarrollo Local” (PDL), impulsado con fondos de cooperación internacional, entre ellos, los de la Agencia Suiza para el Desarrollo. Fondos que se pensaban para la comunidad y terminaron embelleciendo negocios privados.
PDL, las siglas del desvío
Detrás del bonito discurso de “emprendimientos comunitarios”, los PDL se han convertido en una especie de embudo donde entra dinero del exterior y sale en forma de privilegios para los de siempre. Bajo ese paraguas, Lisa Titolo y otros empresarios “afines” canalizan recursos sin rendirle cuentas a nadie.
Según Fundora, todo se justificó como parte de un proyecto de restauración aprobado por la Oficina del Historiador, el mismo organismo que dio su “aval” para importar el cemento. Pero al final, Gaia ganó un local remodelado, dos casas se agrandaron y la comunidad... bueno, quedó viendo pasar el cemento.
Una red que va más allá del cemento
Este no es un caso aislado. Es apenas una grieta por donde asoma todo un sistema. La familia Castro, camuflada detrás de negocios pequeños, viene operando estructuras que simulan legalidad para desviar fondos externos hacia sus bolsillos. Microempresas, sí, pero con macrobeneficios.
Gaia y su cemento son apenas la punta del iceberg. Debajo hay una maraña de favores, nombres borrados, facturas cruzadas y silencio cómplice. Todo en nombre del “desarrollo local”.
¿Y tú qué puedes hacer?
Mientras ellos pavimentan su futuro, a ti te toca mirar con lupa. Denunciar, compartir, hablar. Porque el cemento no solo tapa grietas en las paredes: también intenta tapar verdades.
Conclusión
Cuando se habla de doble moral en Cuba, no es una figura literaria. Es literal. Mientras el pueblo hace cola por un saco de cemento, los apellidos de siempre reciben toneladas por la puerta trasera. Y aunque los documentos no lo digan, todos sabemos quién firma las paredes con su silencio.
TAMBIÉN PUEDE LEER: Mensaje católico pide cambios urgentes para salvar a Cuba
Redacción: Cortadito News
Publicar un comentario
0 Comentarios