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Arroz Imperial Cubano: Su Receta Auténtica

Plato de arroz imperial cubano con capas de arroz amarillo, pollo y queso gratinado recién horneado.


En una isla donde el calor aprieta, la música se escapa por las ventanas y la historia se sirve con ron, existe un plato que no conoce la timidez. El arroz imperial cubano no es simplemente comida: es una declaración. De sabor, de afecto, de exceso. Es un himno tropical horneado en capas, como si alguien hubiese decidido fusionar una lasaña italiana, una cazuela criolla y una fantasía caribeña… y todo sin pedir permiso.


¿Qué tiene de "imperial"? Pues que lo parece. Es un plato que no se conforma con llenar el estómago: aspira a conquistar el corazón y —si te descuidas— a fundar una dinastía en tu menú semanal.


Un plato que se construye, no se cocina

Dicen que el arroz imperial se originó en los banquetes más pretenciosos del oriente cubano. Aunque lo más probable es que naciera, como casi todo lo bueno, del ingenio doméstico de alguna abuela insular con hambre de fiesta. Lo cierto es que su estructura vertical —arroz, pollo, salsas y queso— parece inspirada más por una arquitectura barroca que por la lógica culinaria. Pero funciona. Vaya si funciona.


Ingredientes para 6–8 personas con buen diente (o 4 cubanos promedio)Mi receta personal.

3 tazas de arroz de grano largo (el alma neutra de esta sinfonía).


1 kg de pechuga de pollo, desmenuzada como secretos en sobremesa.


2 tazas de queso mozzarella rallado (o gouda, si te gusta la vida con curvas).


1 taza de mayonesa (de buena calidad, como las promesas que sí se cumplen).


1 taza de leche, para esa salsa que acaricia.


1 cebolla grande, picada con cariño.


1 pimiento rojo y 1 verde, cortados como si fueran confeti de fiesta nacional.


4 dientes de ajo, sin los cuales ningún plato cubano tiene alma.


400 g de salsa de tomate (puede ser de lata o de tomates frescos derrotados a cuchillo).


1 cucharadita de cúrcuma o azafrán, para pintar de sol el arroz.


4 tazas de caldo de pollo, que aquí es más importante que el agua bendita.


3 cucharadas de aceite de oliva.


Especias: comino, orégano, sal, pimienta (al gusto... y el gusto, en Cuba, es generoso).


Perejil o cilantro para decorar (opcional, pero bendito).


El paso a paso: cocinar como quien cuenta una historia

1. Cocer el pollo hasta que hable

Pon las pechugas a hervir con sal, ajo y la hoja de laurel que tu abuela guardaba para "darle el toque". Cuando estén tiernas, desmenúzalas sin pudor. Guarda el caldo. Es oro líquido.


2. Arroz amarillo: el telón dorado

En una olla grande, sofríe cebolla, ajo y pimientos. Añade el arroz, la cúrcuma, el caldo y espera a que todo se convierta en ese amarillo cubano que no necesita sol para brillar.


3. Salsa roja con carácter

Otra sartén, más cebolla, más ajo. Agrega la salsa de tomate, comino, orégano. Deja que se reduzca como los cuentos de pescador: espesa y con más sabor cada minuto. Mézclala con el pollo.


4. Crema blanca, como promesa de indulgencia

Mezcla la mayonesa con la leche. Añade ajo en polvo si te sientes atrevido. Esta salsa es lo que le da al plato ese toque decadente que hace que nadie quiera compartir la última porción.


5. El montaje: arquitectura comestible

Primera capa de arroz.


Pollo con salsa roja.


Queso.


Más arroz.


Salsa cremosa.


Más queso.


Capas como una novela de García Márquez: complejas, exuberantes y difíciles de olvidar.


6. Hornear hasta que burbujee el deseo

Llévalo al horno (180°C) por 20-25 minutos. Cuando el queso se dore y la casa huela a "¡que se queden a cenar!", sabrás que está listo.


Consejos de cocinero conspirador

¿No hay pollo? Cambia la corona: cerdo, carne molida o setas pueden reinar igual de bien.


¿Sin tiempo? Usa arroz cocido y pollo rostizado. Que nadie te quite el derecho al festín por un reloj.


¿Quedó mucho? Congélalo. El arroz imperial tiene mejor segunda vuelta que muchos gobiernos.


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Preguntas que alguien ya hizo (y tú también pensaste)

¿Puedo prepararlo con antelación?

Sí, y hasta mejora con el tiempo, como ciertos boleros y los buenos vinos.


¿Qué lo acompaña?

Plátano maduro, ensalada fresca, tostones... o simplemente, una silla cómoda y buena compañía.


¿Es sin gluten?

Naturalmente sí, si vigilas los ingredientes con ojo de detective.


El imperio del sabor comienza en tu cocina

Este arroz no se come: se celebra. Es un plato que desafía la simplicidad moderna con una estética antigua del placer: abundancia, mezcla, calidez. Cada porción es un viaje a La Habana, sin necesidad de pasaporte ni visa.


Así que adelante, construye tu imperio personal. Solo necesitarás una bandeja de horno, un poco de paciencia… y muchas ganas de compartir.


Redacción: Cortadito News

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