Por Chef Pedro Alfonso Sánchez .- El calor santiaguero es de esos que te pegan como un tambor en plena fiesta. Así arranca cualquier historia sobre el Pru Oriental. Todavía recuerdo cuando mi abuelo Tomás me llevó, con apenas 12 años, a casa de su compadre Manolo para ver cómo preparaban esta bebida que, según él, “te levanta el ánimo hasta en el peor día”. El olor me atrapó: una mezcla dulce, picante y algo más que solo entendí años después. Era el aroma de la tradición.
De Esclavos a Símbolo Cultural: La Evolución del Pru Oriental
El Pru no nació en bares de lujo ni en cocinas sofisticadas. Surgió en los cañaverales, donde los esclavos buscaban un alivio para el cuerpo y el alma bajo el sol inclemente. Cuando intenté prepararlo en la escuela de cocina, mi profesor –un habanero, para colmo– me miró como si estuviera inventando algo de otro mundo. Y es que el Pru es tan nuestro como el carnaval de Santiago o los trovadores de Guantánamo.
Los franceses y haitianos que llegaron a Cuba en el siglo XIX trajeron sus conocimientos de fermentación, pero fueron nuestros antepasados quienes le dieron vida al Pru con lo que tenían a mano. Pura creatividad cubana. Aprende más sobre la influencia haitiana en Cuba aquí.
Lo Que Necesitas para Hacer un Pru Inolvidable
Conseguir los ingredientes puede ser una aventura, pero vale la pena. Mi primo del campo siempre me salva con jaboncillo fresco. Aquí va la lista completa:
60 gramos de jaboncillo (busca el más fresco que encuentres).
60 gramos de bejuco ubí (mejor si está recién cortado).
6 gramos de hojas de pimienta (que huelan a campo).
30 gramos de jengibre (entre más picante, mejor).
300 gramos de raíz de china (bien limpia, sin tierra).
8 gramos de canela en rama (la auténtica, no la molida).
5 litros de agua (si es de manantial, te luces).
1 litro de prú madre (el alma de la receta).
200 gramos de azúcar morena (de la buena, bien oscura).
La Alquimia del Pru: Preparación con Paciencia
El Arranque: Preparando los Ingredientes
Mi abuela siempre decía: “Si apuras el Pru, terminas con un desastre”. Y no mentía. Esto requiere calma:
Raspa el jaboncillo y el bejuco ubí con un cuchillo afilado. Hazlo sobre papel para no desperdiciar nada. Mi tía Consuelo usaba las uñas, pero mejor no lo intentes.
Lava las hojas de pimienta y el jengibre con cuidado, como si fueran un tesoro. El sabor está en los detalles.
Corta la raíz de china en trozos medianos, del tamaño de una moneda. Si la picas muy fina, el almidón puede complicar la fermentación.
Hierve todo en los 5 litros de agua a fuego medio-bajo durante dos horas. Remueve con una cuchara de palo –la de metal le cambia el sabor, palabra de mi madre.
La Paciencia: Fermentación y Espera
Cuela la mezcla con un paño de algodón, despacito, sin apretar demasiado. La paciencia es clave.
Deja reposar 24 horas sin tocarlo. Mi abuela decía que abrirlo antes “asusta al Pru”, y aunque suene a cuento, le hago caso.
Añade el prú madre con cuidado. Ese litro lleva la magia de generaciones. Mi tío Eulalio tenía uno de 15 años que perdió en un ciclón, y aún lo lamenta.
Incorpora el azúcar morena poco a poco, mezclando en una sola dirección. No sé por qué, pero así me enseñaron.
Tapa con un paño limpio (nada de plástico) y deja fermentar 72 horas sin molestarlo. El Pru necesita respirar.
Antes de embotellar, guarda un litro como prú madre para la próxima vez. Es como mantener viva la tradición.
Más que una Bebida: El Pru como Experiencia Social
En mi casa, hacer Pru era sinónimo de reunión. Los vecinos aparecían como por arte de magia, los primos traían chismes, y siempre había alguien diciendo “le falta azúcar” o “mi abuela lo hacía diferente”. Al final, todos terminábamos en el portal, con vasos fríos en la mano, riendo bajo el calor santiaguero.
El Pru se sirve bien helado, casi congelado. Antes usábamos jarros de barro que mi abuelo trajo de Bayamo –mantenían el frío como si tuvieran vida propia. Ahora uso vasos de cristal porque aquellos jarros no sobrevivieron una noche loca en el carnaval del 2005. Todavía le echo la culpa a mi hermano.
Para los que no conocen Santiago, el Pru puede parecer solo una bebida. Pero es más que eso. Es nuestra historia en líquido, un recordatorio de cómo encontramos dulzura en tiempos duros. Como decía mi abuelo: “Un pueblo con Pru es un pueblo con raíces”.
Un Sorbo de Tradición
Preparar Pru no es solo mezclar ingredientes. Es respetar una historia que lleva siglos en nuestras venas. No tengas prisa, déjate llevar por el proceso, y si la primera vez no sale perfecto, no te preocupes. Mi primer Pru parecía agua de charco, y ahora tengo uno que haría sonreír a mis abuelos.
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Si te animas a probarlo, sírvelo frío y comparte con los tuyos. Cada sorbo es un pedacito de Santiago. Y si quieres saber más sobre nuestras tradiciones, sigue explorando nuestro blog.
Redacción: Cortadito News
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