La Guardia Costera de Estados Unidos mantiene una persecución activa contra un tercer petrolero sancionado en menos de dos semanas —esta vez en aguas internacionales próximas a la costa venezolana—, en lo que marca una intensificación de la campaña contra el tráfico ilícito de crudo vinculado a regímenes bajo sanciones. ¡Uf!
Funcionarios estadounidenses, que solicitaron anonimato, confirmaron a Reuters que el buque forma parte de la llamada “flota oscura”, navega con bandera falsa y cuenta con una orden judicial federal de incautación por evadir sanciones relacionadas tanto con Venezuela como con Irán.
El petrolero, identificado por Bloomberg como el Bella 1 y registrado bajo pabellón panameño, estaba maniobrando para cargar crudo frente a la costa venezolana cuando fue detectado. Desde junio de 2024, figura en la lista negra de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro estadounidense por sus vínculos con Louis Marine Shipholding Enterprises, una compañía acusada de respaldar logísticamente a la Guardia Revolucionaria iraní. ¿Genial? Más bien... cuestionable, si consideramos el riesgo de escalada en una región ya tensa.
Este operativo se suma a otros dos realizados el pasado fin de semana. El sábado 20 de diciembre, la Guardia Costera, con apoyo del Departamento de Defensa, interceptó otro petrolero sancionado antes del amanecer. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, publicó imágenes aéreas del buque Centuries —de propiedad china y bandera panameña— y reiteró que EE.UU. no tolerará que el petróleo ilícito financie lo que llamó “narcoterrorismo en la región”.
Aunque el régimen venezolano denunció esas acciones como “robo” y “desaparición forzada” de tripulantes, la Casa Blanca insistió en que el Centuries transportaba crudo de PDVSA bajo pabellón fraudulento. Una revisión independiente señaló que ese buque no aparece en la lista oficial del Tesoro, pero sí opera dentro de estructuras consideradas parte de la “flota en la sombra” venezolana.
Esto me recuerda a cuando las costas del Caribe se llenaban de buques fantasmas en los 90... bueno, da igual. Lo relevante es que estas operaciones forman parte de un despliegue militar creciente en la zona, que incluye 11 buques de guerra y patrullajes aéreos coordinados.
Las autoridades subrayan que la inteligencia marítima y la cooperación internacional —incluida la autorización de Panamá en este caso— han sido esenciales para actuar con precisión. La rápida respuesta de la Guardia Costera, junto con la denuncia ciudadana y el monitoreo satelital, permite interrumpir cadenas de financiamiento ilícito antes de que el crudo alcance mercados prohibidos.
Mientras tanto, el régimen de Maduro ha calificado las interceptaciones como “piratería naval” y prometido consecuencias legales. En un mensaje reciente, el mandatario aseguró que Venezuela “lleva 25 semanas enfrentando una campaña de agresión”, aunque evitó aludir directamente a las incautaciones.
El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, denunció una “guerra psicológica” en cadena nacional, pero Washington insiste en que sus acciones son legales, proporcionales y centradas en impedir que recursos estratégicos respalden redes criminales.
Por ahora, el Bella 1 sigue siendo perseguido en alta mar, y las autoridades mantienen alerta a sus unidades en la región.
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