A solo dos días de la celebración navideña, el sistema eléctrico nacional arrastra un déficit de más de 1.900 megawatts, lo que ha provocado apagones masivos en Cuba—una crisis que afecta hogares, servicios esenciales y el ánimo de millones. (Y no, no es broma de mal gusto; esto es lo que toca vivir en diciembre del 2025). Las autoridades del Ministerio de Energía y Minas, a través de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE), reconocieron este lunes la magnitud del colapso, con una disponibilidad de apenas 1.433 MW frente a una demanda que supera los 3.400 MW en horas pico.
¿Genial? Más bien… cuestionable.
Las termoeléctricas averiadas y la falta de combustible explican buena parte del desastre. La Unidad 6 de la CTE Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, y la Unidad 2 de la CTE Felton, en Holguín, siguen fuera de servicio por averías técnicas. Mientras tanto, otras tres unidades—en Mariel, Santa Cruz del Norte y Cienfuegos—están inactivas por mantenimiento programado, aunque “programado” suena a eufemismo cuando el país se queda a oscuras sin aviso.
Este panorama se complica aún más por la indisponibilidad de 95 centrales de generación distribuida, con una pérdida acumulada de 899 MW, además de la paralización de la Central Fuel de Moa (108 MW). En total, casi 1.109 MW se esfuman por la ausencia de combustibles y lubricantes.
¡Uf!
En La Habana, los cortes ya comenzaron el domingo: a las 6:09 a.m. se interrumpió el servicio, con el pico más duro a las 6:20 p.m. (206 MW fuera de línea). La Empresa Eléctrica capitalina difundió un nuevo cronograma para el lunes 22 y la madrugada del martes 23, con interrupciones por bloques entre las 11:00 a.m. y las 7:00 a.m. del día siguiente. Claro, eso “dependerá de las exigencias del SEN”—lo que, traducido al lenguaje cotidiano, quiere decir: “prepárate para más oscuridad si no mejora nada”.
Esto me recuerda a cuando en los 90 la gente cocinaba con velas... bueno, da igual.
La población, cansada y frustrada, ha volcado su enojo en redes sociales. Frases como “Feliz navidad en total oscuridad” o “¿Qué cojones le importa a esta gente fin de año?” se repiten sin cesar. La indignación crece, especialmente entre quienes esperaban al menos unas horas de electricidad para celebrar con familia. No olvidemos que muchos aún recuerdan el olor a lluvia en las Navidades tranquilas—algo que hoy parece un lujo del pasado.
Pese a la gravedad, las autoridades insisten en que “se trabaja intensamente” para reincorporar unidades y priorizar los horarios críticos. Aunque sin anuncios concretos ni medidas de alivio, la promesa huele más a retórica que a solución real.
¿Y mientras tanto? Los ciudadanos siguen reportando cortes en tiempo real, colaborando con datos que, en muchos casos, ayudan a las autoridades a ajustar sus planes de contingencia. Esta denuncia ciudadana, modesta pero constante, se ha convertido en un pilar clave para la gestión del caos energético.
Con el sistema al límite y la Navidad a la vuelta de la esquina, Cuba enfrenta uno de sus inviernos más oscuros. La esperanza, tenue, depende de que las termoeléctricas regresen en tiempo récord—algo que, visto lo visto, pocos se atreven a flipar que ocurra pronto.
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Fuente: Unión Eléctrica de Cuba (UNE)
Redacción: Cortadito News
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