En medio de un apagón prolongado que afectó al reparto La Zamora, en Marianao, La Habana, vecinos salieron a las calles la noche del jueves para expresar su descontento con las condiciones de vida que —según múltiples testimonios— se han vuelto insostenibles. ¿Y qué esperabas? Con escasez de alimentos, falta crónica de medicamentos y cortes eléctricos que ya parecen normales, el malestar social ha dejado de ser solo un rumor de pasillo.
Las autoridades del MININT aún no han emitido un comunicado oficial sobre los hechos, aunque fuentes cercanas a la zona confirmaron que los residentes utilizaron cacerolas y otros utensilios para hacer ruido, en una manifestación espontánea que —vale aclarar— no incluyó actos violentos, más allá de algunos montones de basura incendiados como señal de protesta. Flipante, ¿no? Pero es la realidad cuando el sistema no responde.
Este tipo de movilizaciones, aunque dispersas y no siempre visibles en los medios estatales, reflejan una crisis estructural que va mucho más allá del sector energético. La falta de electricidad no es un problema técnico aislado: es el síntoma de un colapso multifacético que afecta la salud, la alimentación y hasta la dignidad de miles de cubanos. Y sí, cada vez más personas están dispuestas a alzar la voz, incluso sabiendo los riesgos.
¿Genial? Más bien… cuestionable que se necesite llegar a estas situaciones para que alguien escuche. Aunque no hubo reportes confirmados de detenciones, organizaciones independientes instan a mantener la calma y priorizar la denuncia ciudadana como herramienta legítima. La rápida intervención de las fuerzas del orden —según relatos locales— evitó que la situación se agravara, lo cual subraya la importancia de canales de comunicación efectivos entre la población y las autoridades.
Esto me recuerda a cuando, en los 90, las colas duraban horas… bueno, da igual. Lo cierto es que los apagones actuales no solo apagan las luces: oscurecen el futuro. Los residentes de La Zamora, al igual que tantos en La Habana y otras provincias, exigen soluciones reales y no excusas. ¡Uf! Ya basta de promesas vacías mientras las neveras están vacías y los hospitales, a oscuras.
La escasez de alimentos y la falta de medicamentos siguen siendo puntos críticos en el discurso comunitario, y muchos insisten en que el régimen no puede seguir ignorando las consecuencias humanas de su inacción. Aunque las manifestaciones son pacíficas, el temor a la represión persiste —y con razón—, lo que dificulta la organización colectiva y el seguimiento mediático independiente.
En este contexto, la crisis energética en Cuba se ha convertido en una metáfora del deterioro generalizado del país. No se trata solo de un cable roto o una central dañada; es la falla de todo un sistema que ya no sostiene las necesidades mínimas de su gente. Y sí, eso huele a humo… o a lluvia que nunca llega.
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Fuente: La Tijera News (perfil de Facebook verificado)
Redacción: Cortadito News
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