Hablar de prisiones en Cuba es como abrir una herida que nunca cicatriza. No importa cuántos discursos edulcorados pronuncien los voceros del régimen ni cuántas veces repitan que todo está bien: la verdad grita desde los barrotes oxidados, desde los cuerpos golpeados y desde las voces silenciadas.
En una reciente reunión en la sede de la ONU, en pleno décimo aniversario de las Reglas Mandela —esas que promueven el trato digno a los reclusos—, Cuba aseguró con total desparpajo que en sus cárceles se respetan los derechos humanos. Sí, leyeron bien. Como si fuera Suiza tropical.
El discurso oficial: pulcritud, armonía... y mucho maquillaje
El representante cubano ante la ONU, Yoangel Valido, soltó sin titubear que las prisiones en la Isla garantizan los derechos de los privados de libertad. Que no hay hacinamiento, ni violencia de género, ni condiciones inhumanas. Hasta ahí, todo digno de un folleto turístico.
Pero mientras hablaban de “buenas prácticas penitenciarias”, en los pasillos de las organizaciones defensoras de derechos humanos se masticaba la indignación. Cubalex, Prisoners Defenders y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos llevan años documentando justo lo contrario.
La otra cara del muro: tortura, hambre y abandono
La palabra "hacinamiento" se queda corta. Hay presos compartiendo celdas del tamaño de un baño. La comida —cuando llega— es insuficiente, la higiene brilla por su ausencia, y los medicamentos son una quimera.
Según denuncias de Cubalex, no se trata de casos sueltos: es un patrón de represión calculado. Golpizas sistemáticas, aislamiento sin supervisión médica, castigos arbitrarios y negación de visitas o llamadas. Ni hablar de la libertad condicional. ¿Derechos? Solo en los discursos.
“Las cárceles en Cuba no son centros de rehabilitación, son campos de castigo emocional y físico”, sentencia Albert Fonse, hermano de un preso político.
El costo humano: muertes que no salen en el noticiero
Desde enero de 2025, al menos 23 personas han muerto tras sufrir golpizas o por abandono médico dentro de las prisiones cubanas. Todos esos decesos, sin justicia. Sin investigación. Sin nombre en la televisión.
El Centro de Documentación de Prisiones Cubanas reveló que solo en mayo hubo más de 100 incidentes relacionados con violaciones de derechos humanos dentro de las cárceles. Y esos son solo los que se pudieron documentar.
La impunidad es norma. La negligencia, política de Estado. Y el sufrimiento, moneda corriente.
Una maquinaria diseñada para callar
Esta represión carcelaria no es improvisada ni fruto del caos. Es una estrategia de control sistemático, impulsada desde las altas esferas del poder. Según Cubalex, el Partido Comunista de Cuba y el Ministerio del Interior son los ejecutores principales de este mecanismo.
Objetivo: el silencio
Cualquier ciudadano que levante la voz —sea periodista, activista o simple inconforme— corre el riesgo de caer en esta red de represión institucionalizada. Se castiga la protesta, se limita la expresión y se quiebran voluntades a fuerza de miedo.
La cárcel en Cuba no empieza con los barrotes. Empieza cuando decides pensar diferente.
Lo que puedes hacer tú: no mires a otro lado
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Conclusión: cuando el cinismo se disfraza de diplomacia
El régimen cubano puede maquillar sus cifras, sus discursos y sus fotos oficiales. Pero no puede ocultar la realidad que se vive tras los muros de sus cárceles.
Mientras algunos diplomáticos sonríen en salones de mármol, en la Isla hay familias que lloran por sus presos, presos que resisten en silencio y una nación que sigue esperando justicia.
No se trata de ideologías. Se trata de derechos humanos. Y eso, señores, no debería tener matices.
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Redacción: Cortadito News
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