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Denuncian Presuntos Vínculos Comunistas en una Comunidad de Florida a Través de Facebook

Denuncia de Comunismo en Florida por Alex Urbano


En una urbanización cualquiera del sur floridano —donde el sol brilla con la misma intensidad que las opiniones en redes sociales— ha estallado una denuncia que, de confirmarse, tendría la densidad argumental de una novela de espías reciclada por Mark Zuckerberg. Según una publicación en el perfil de Facebook de Alex Urbano, un vecino aparentemente apacible —quizás aficionado al dominó o al café con leche— habría sido, en sus días isleños, algo más que un simple ciudadano cubano: un engranaje del aparato estatal comunista. O al menos eso se dice.


Del Ministerio del Interior al barrio residencial: el viaje de ida y vuelta

La historia, si no fuese tan seria, parecería escrita por un guionista adicto a los clichés. El acusado habría tenido, según la denuncia, un historial en la Seguridad del Estado de Cuba —esa estructura cuya mera mención provoca un respingo en cualquier exiliado de los años duros—, con actuaciones en Bejucal y Quivicán. Fue, además, delegado de la Asamblea del Poder Popular, título que en la burocracia castrista suena más a eufemismo que a poder real.


La presunta migración del individuo no fue azarosa. Según Urbano, su entrada a Estados Unidos fue facilitada por una hija ciudadana americana que trabajó en un cargo “relevante” en el Aeropuerto José Martí, ese escenario donde tantos dramas de despedida se han grabado en el imaginario cubano. A esto se suma la esposa del sujeto, quien también habría tenido vínculos con el Ministerio del Interior. Así, la historia se va tejiendo como una telenovela ideológica: espionaje, migración y la siempre jugosa sospecha de una red familiar con conexiones turbias.


Denuncia de Comunismo en Florida por Alex Urbano


Cuando la ideología llega al vecindario

En Florida, y en particular entre su vasta comunidad cubanoamericana, el comunismo no es un tema abstracto ni una simple categoría política: es una herida aún abierta, un capítulo sin cerrar. Las denuncias como la de Alex Urbano no solo apelan a lo legal, sino a lo emocional. Invocan una memoria colectiva de traición, vigilancia y exilio. Por eso, aunque carecen —por ahora— de verificación oficial, logran movilizar pasiones y preguntas legítimas sobre los procesos migratorios, los controles de antecedentes y los peligros de la desmemoria.


No es menor el hecho de que todo esto haya nacido en Facebook, la plaza pública de nuestros tiempos, donde las verdades, las medias verdades y los disparates conviven como si fueran iguales. ¿Qué pasa cuando una denuncia digital se convierte en tribunal comunitario? ¿Dónde está la línea entre la legítima preocupación y la paranoia?


Lo que no sabemos... y lo que importa

Hasta el momento, ninguna autoridad ha validado o desmentido la denuncia. No hay investigaciones en curso ni respuestas oficiales. Lo único tangible es el murmullo creciente de una comunidad que se interroga a sí misma: ¿quién vive realmente al lado? ¿Se puede reinventar la vida en democracia sin rendir cuentas por los actos pasados? ¿Y si los fantasmas del castrismo decidieran mudarse con nosotros al condominio?


En el silencio de las instituciones, los vecinos hablan. Se organizan, exigen, discuten. Y esa, quizá, es la parte más valiosa del asunto: que aún exista la voluntad de vigilar no solo a los demás, sino a la propia memoria.


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Redacción: Cortadito News 

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