Por Pedro Alfonso Sánchez , Comunicador Digital
Publicado: 27 de abril de 2025
Cuando te arrancan las raíces
Maldita sea la sensación de despertar cada mañana sabiendo que estás a miles de kilómetros de donde deberías estar. Ya son 66 años —¡toda una vida!— con esta herida que no cicatriza. Los cubanos exiliados no elegimos irnos; nos expulsaron como si fuéramos delincuentes, sin juicios, sin poder defendernos. ¿Saben lo que es recibir una carta de tu madre con párrafos enteros tachados por la censura? Yo sí. A veces me pregunto cuántas palabras de amor quedaron atrapadas en esos trazos negros.
Detrás de cada historia de exilio hay un trauma que muchos prefieren ignorar. No solo perdimos nuestra tierra; perdimos nuestra identidad. Y lo peor es que todavía hoy tengo que aguantar comentarios de quienes nunca han sentido el frío de la persecución pero se atreven a juzgarnos: "¿Por qué no se quedaron a luchar?" Como si fuera tan simple cuando tus hijos se mueren de hambre o cuando te amenazan con "desaparecer" a tu hermano.
Lo que el régimen no quiere que sepas
En Cuba, la realidad es otra película. Allá, decir lo que piensas tiene precio, y es altísimo. Te vigilan constantemente. Tus vecinos pueden ser informantes. Tus hijos aprenden en la escuela a denunciar cualquier comentario "contrarrevolucionario" que escuchen en casa. Un día estás trabajando, y al siguiente, sin explicación, estás en la calle porque alguien te escuchó quejarte de las colas interminables para comprar pan.
No podías —ni puedes aún— decidir tu propio destino. Si naciste en Pinar del Río y el régimen decide que estudiarás agronomía aunque tú sueñes con ser músico, mala suerte. La libertad es un lujo inexistente, y ni hablar de la salud... Hospitales donde falta hasta lo más básico mientras los turistas disfrutan de clínicas de primer nivel.
¿Y quién es el culpable? No es Estados Unidos, que abrió sus puertas cuando Cuba las cerró. El único responsable es un sistema que lleva décadas asfixiando a su pueblo, robándole su voz y su futuro.
A los que dejaron todo atrás
Les hablo a ustedes, los que como yo, viven con ese nudo en la garganta cada vez que suena una canción de Celia Cruz o huelen un café cubano. Nuestra historia importa. Tenemos una responsabilidad enorme: contar lo que vivimos, sin filtros, sin miedo.
¡Carajo! No podemos quedarnos callados ahora que tenemos voz. Tenemos que despertar a esos cubanos que siguen adormecidos por la propaganda, esos que creen que el mundo exterior es peor porque es lo único que les han permitido creer.
Cuando me encuentro con otros exiliados en Miami o Madrid, siempre les digo lo mismo: "Tu testimonio es un arma más poderosa que cualquier discurso político". Cuéntenle a sus hijos, a sus nietos. Graben videos, escriban en redes. No dejen que nuestra historia se diluya en el tiempo.
Rompiendo cadenas
El exilio cubano no es solo tristeza y nostalgia. ¡Miren lo que hemos construido! Empresas, comunidades, arte, cultura... Demostramos que cuando nos dan libertad, florecemos. Cada cubano que triunfa fuera es una bofetada al régimen que dijo que no valíamos nada sin ellos.
Ya no acepto el papel de víctima. Somos sobrevivientes, y nuestra lucha continúa mientras quede un solo cubano sin libertad. Esto va más allá de izquierdas o derechas; es una cuestión de dignidad humana.
Cuando pienso en mi abuela, que murió sin poder abrazarme una última vez, me hierve la sangre. Pero esa rabia la transformo en acción. Por ella, por todos los que se quedaron atrás, seguiré gritando la verdad hasta que Cuba sea libre.
¿Te impactó esta historia? Compártela con alguien que necesite entender el verdadero costo del exilio. ¿Has vivido algo similar? Cuéntame tu experiencia.
Escrito con rabia, dolor y esperanza por un futuro mejor para Cuba.
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Redacción: Cortadito News
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