Chicharritas de Coditos: Sabores que Resucitan Mi Cuba

Chicharritas de coditos doradas y crujientes servidas en cucurucho de papel, snack tradicional cubano con macarrones fritos al estilo callejero de La Habana.

Anoche, mientras buscaba no sé qué porquería para picar en la alacena, me vino ese recuerdo... ¿sabes? Ese que te golpea de repente y te deja medio atontao. Ahí estaba yo, con 12 años, comprando un cucurucho de chicharritas en la esquina de mi barrio habanero, contando los pocos centavos que me quedaban pa' ver si alcanzaba también pa' un refresco.

La Receta Perdida de Nuestra Tierra que Despierta Memorias

Coño, que nadie me diga que no extraña esas cositas cuando está lejos. Yo llevo más de 20 años fuera de Cuba y todavía me pasa que me despierto a veces con el sabor de algo que comía en la isla. Debe ser que la comida se te mete en la sangre, ¿no?

Justamente ayer, en el cumpleaños del niño de la Yamilet (mi vecina), le conté a las otras madres sobre estas chicharritas y se quedaron con la boca abierta. "¿Pasta frita? ¿Pero eso sabe bien?" Me dio tanta risa sus caras de asombro... Si supieran las maravillas que inventamos los cubanos cuando no hay un carajo que comer.

El Secreto de las Chicharritas que Nadie Te Cuenta

Pa' que sepan, esta receta me la enseñó la madre de Aroldo, un socio de mi juventud. La señora, que en paz descanse. Estábamos en una de esas fiestas de barrio, de esas que empiezan a las 8 y terminan cuando el sol decide aparecer, y yo me di cuenta que todo el mundo andaba con estos cucuruchos de papel llenos de algo que parecían pequeños gusanitos tostados.

Cuando probé el primero, casi me caigo pa'trás. "Coño, ¿qué es esto?", le pregunté a Aroldo con la boca todavía llena. "Son coditos fritos, asere, ¿nunca los habías probado?". Me daba tanta vergüenza admitir que no, que preferí hacerme el enterado.

Pero la vieja de Aroldo me caló enseguida. "Ven acá, mi'jo", me dijo con esa sonrisa que tenía. "Te voy a enseñar a hacerlos pa' que no pases pena la próxima vez".

Pa' hacer estas chicharritas solo necesitas:

250g de macarrones tipo Tiburón (los famosos "coditos")

Aceite pa' freír (el que tengas, tampoco te voy a pedir aceite de oliva virgen extra)

Un pellizquito de sal (al gusto, pero tampoco te pases)

Pa' Que Te Salgan Bien a la Primera

Lo primero es hervir los coditos como cualquier pasta normal. Yo siempre uso la olla a presión porque soy un impaciente de mierda, pero tú hazlo como mejor te parezca.

Después de hervirlos, los escurres bien y los tiras en una bandeja. Aquí viene lo importante: tienes que secarlos al sol hasta que estén duros como piedras. Sí, al sol. Nada de hornos ni mariconadas modernas.

En La Habana esto era fácil, metías la bandeja en el balcón y en un día estaban listos. Aquí en Atlanta, donde vivo ahora, tardo hasta tres días dependiendo del clima. Mi mujer ya me conoce cuando ve las bandejas de coditos secándose en el patio: "Otra vez con tus inventos cubanos..."

El Momento de la Verdad: Cuando los Coditos Explotan

Cuando los coditos están bien secos (y te darás cuenta porque suenan como piedrecitas al moverlos), viene la parte divertida: freírlos.

Calienta una buena cantidad de aceite en una sartén. Tiene que estar bien caliente, porque estos cabroncitos se hinchan y explotan en cuestión de segundos. La primera vez que los freí en este país, casi prendo fuego a la cocina. Mi mujer me gritó desde la sala: "¿Qué coño estás haciendo?". Y yo, todo digno: "Cultura cubana, mi amor, cultura cubana".

Los sacas cuando estén doraditos (cuestión de segundos, ojo), los pones sobre papel de cocina pa' que absorba el aceite extra, y les echas un pelín de sal.

Un Pedacito de Cuba pa' Compartir

Cada vez que hago estas chicharritas en una reunión, se arma un rebú. La gente no puede creer que algo tan simple sea tan adictivo. El otro día, el gringo de mi cuñado se comió el plato entero mientras yo le contaba historias de mi barrio en La Habana.

Lo más cómico es ver a mis hijos, que nacieron aquí y nunca han pisado Cuba, defendiendo estas chicharritas como si fueran el último tesoro nacional. "Papi, ¿cuándo vas a hacer más de esos coditos que explotan?". Y yo, todo orgulloso, sabiendo que un pedacito de mi isla vive en ellos.

¿Y tú? ¿Cuánto hace que no pruebas estas delicias? ¿O será que nunca las has probado? Si es así, muévete ya y hazlas. Te juro que vale la pena el esfuerzo. Y si algún día visitas Atlanta, pásate por mi casa. Siempre tengo un frasco de coditos secos esperando el momento de saltar al aceite.

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Redacción: Cortadito News

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