EE.UU. le baja el pulgar a las visas por misiones médicas cubanas

Cuando la diplomacia se viste de justiciera... o de juez implacable

Marco Rubio no necesita megáfono. Le basta con un comunicado para que medio hemisferio levante la ceja. Esta vez, el secretario de Estado de EE.UU. ha decidido que algunos funcionarios centroamericanos —sí, esos que miran para otro lado mientras firman convenios con bata blanca— no volverán a pisar tierra estadounidense. El motivo: su complicidad con las misiones médicas cubanas, ese invento tan elogiado en tribunas progresistas como criticado en despachos diplomáticos.

Según Washington, esas misiones no son ayuda humanitaria, sino un eufemismo elegante para trabajo forzoso. Una especie de “turismo médico con fines recaudatorios”, donde el paciente se cura, el Estado cubano cobra y el médico... bueno, el médico sobrevive. A veces.

Medicina con sello estatal y paga menguada

Desde hace décadas, La Habana exporta médicos como si fueran azúcar o tabaco. Con un estetoscopio al cuello y pasaporte en mano, los galenos cubanos aterrizan en Honduras, Guatemala o Venezuela para atender comunidades desatendidas. Pero aquí viene el truco: el salario que el país receptor paga no va al bolsillo del médico, sino al del Estado cubano. Al profesional le queda una limosna con bata.

Es una paradoja caribeña: curar fuera para no poder curarse dentro. Como si Rembrandt pintara frescos en casas ajenas mientras su techo se desmorona.

Rubio no lo dijo con metáforas, claro. Lo llamó lo que cree que es: trabajo forzoso. Sin matices. Sin adornos.

Revocaciones con efecto dominó

Las visas anuladas afectan a quienes, desde sus cómodas oficinas en Centroamérica, facilitan este intercambio desigual. “Visitar Estados Unidos es un privilegio, no un derecho”, rezaba el comunicado publicado en X (antes Twitter, cuando aún fingíamos que las redes eran neutrales). Traducido al lenguaje diplomático: si colaboras con el abuso, no vengas a hacer shopping a Miami.

Un detalle no menor —ni menor detalle—: también revocan visas a familiares. Porque, en geopolítica, la culpa se hereda como las deudas o las tradiciones incómodas.

El Tamagotchi y el decorado humanitario

Parece banal, pero la comparación viene al caso: las misiones médicas son como los Tamagotchis de los noventa. A primera vista, adorables. Pero detrás, un aparato exigente que consume tiempo, energía y, en este caso, vidas laborales enteras. Se presentan como cooperación internacional, pero bajo el decorado humanitario hay una maquinaria bien aceitada... por dólares.

Países como México y Venezuela —esos eternos clientes del socialismo tropical— siguen siendo destinos frecuentes para los médicos cubanos. La medida estadounidense, en cambio, lanza una advertencia global: el altruismo no debería dejar moretones.

Derechos humanos… o diplomacia con conciencia

Rubio insiste en el tono heroico: esta decisión reafirma el compromiso de Estados Unidos con los derechos laborales y humanos. Y sí, puede que no solucione nada de raíz. Pero también es cierto que los árboles no se caen de un hachazo, sino de varios. Y este, quizás, sea uno certero.

Porque mientras La Habana cobra millones por sus “embajadores de la salud”, muchos de ellos no pueden ni atenderse en su propio país. Médicos sin medicina, servidores sin sueldo, patriotas por obligación. El contraste es tan brutal como revelador.

¿Un cambio en el tablero?

La administración Trump ya había levantado la voz, acusando a estas misiones de ser más negocio que nobleza. Lo que hoy hace la administración actual no es nuevo, pero sí más agudo. Un recordatorio de que, en política internacional, los gestos valen tanto como los tratados.

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¿Cambiará algo? Es posible que no de inmediato. Pero el mensaje está escrito, firmado y enviado. Ahora, cada país que reciba médicos cubanos deberá decidir si coopera con una causa médica o con una estructura de control. La diferencia, a veces, está en los recibos de sueldo.

Redacción: Cortadito News